martes, 24 de noviembre de 2009

Perdices en Diciembre

Diciembre es mes en que el aliento del cazador y el del perro se condensan y la mano perdicera parece una línea de tren de vapor en miniatura, desplazándose al amanecer por los páramos helados. A media mañana el tímido sol ablanda las tierras verdosas que apuntan los primeros brotes de cereal y el cazador se queda anclado en el terreno mientras las perdices, que han aprendido mucho y también las molesta embarrarse, vuelan distantes hacia lo imposible. Aún así, la caza en mano da mucho de sí en una jornada, ─aunque sea en días cortos de diciembre─ y las existencias merman cada día de caza. Este mes que cierra el año es muy peligroso para la perdiz en temporadas de escasez, como ésta. En algunos cotos, para salvar la situación no se les ocurre otra cosa mejor que hacer refuerzos poblacionales y repoblaciones con poco control y las enfermedades acaban con las escasas existencias de perdiz roja silvestre que quedaban en el coto.
Es conocido que la introducción de perdices en un coto provoca parasitosis masivas porque las perdices de granja son portadoras de parásitos específicos que no tienen las silvestres y éstas, a su vez, portan algunos desconocidos por las perdices de granja. Los protozoos y cocidios, nematodos, tenías y tetrameres suelen ser los parásitos más habituales, según algunos informes veterinarios.
La perdiz roja silvestre está pidiendo al cazador actuar con inteligencia. A las enfermedades que pueden provocar las perdices de granja, hay que añadir el incremento predador que se produce con su llegada. Los parásitos de las de granja producen un olor especial que conocen muy bien los zorros y otros predadores. Además, esas perdices tienen un sentido social de gallinero: han nacido y se han criado entre cientos de hermanos y al echarlas al campo salen como locas buscando al grupo y reclamando para deleite de cánidos y rapaces. Con las de granja acaban en muy poco tiempo y a partir de ahí se dedican a las silvestres copiando los patrones. Solamente es recomendable la reintroducción de perdices allí donde las silvestres desaparecieron. Pero siempre a través de granjas de confianza, que hay muchas, y haciendo la repoblación con métodos técnicos. En los cotos con pocas perdices es preferible dejarlas en paz y buscar consuelo en la caza intensiva, que se ofrece en terrenos habilitados perfectamente para resolver un problema de la caza y de los cazadores, que cada vez es más complejo.

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