
Es conocido que la introducción de perdices en un coto provoca parasitosis masivas porque las perdices de granja son portadoras de parásitos específicos que no tienen las silvestres y éstas, a su vez, portan algunos desconocidos por las perdices de granja. Los protozoos y cocidios, nematodos, tenías y tetrameres suelen ser los parásitos más habituales, según algunos informes veterinarios.
La perdiz roja silvestre está pidiendo al cazador actuar con inteligencia. A las enfermedades que pueden provocar las perdices de granja, hay que añadir el incremento predador que se produce con su llegada. Los parásitos de las de granja producen un olor especial que conocen muy bien los zorros y otros predadores. Además, esas perdices tienen un sentido social de gallinero: han nacido y se han criado entre cientos de hermanos y al echarlas al campo salen como locas buscando al grupo y reclamando para deleite de cánidos y rapaces. Con las de granja acaban en muy poco tiempo y a partir de ahí se dedican a las silvestres copiando los patrones. Solamente es recomendable la reintroducción de perdices allí donde las silvestres desaparecieron. Pero siempre a través de granjas de confianza, que hay muchas, y haciendo la repoblación con métodos técnicos. En los cotos con pocas perdices es preferible dejarlas en paz y buscar consuelo en la caza intensiva, que se ofrece en terrenos habilitados perfectamente para resolver un problema de la caza y de los cazadores, que cada vez es más complejo.
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