
Vivimos tiempos de moda y ello ha impuesto un grave empobrecimiento genético de la especie canina, ya que en todo el mundo se caza con prácticamente sólo tres razas: pointer, braco alemán y setter inglés. Esto puede ser muy negativo para otras razas que da un gran rendimiento, como el drahtaar, pero que la moda o una fácil postura acomodaticia deja de lado. Estamos realizando con las razas de perros de caza la misma esquilmación que con las especies cazables, un proceso al que debería ponerse freno.
Perro completo
Un drahtaar de calidad y bien adiestrado da grandes satisfacciones en todas las modalidades de caza, tanto en el llano como en el monte, en el agua o en la caza mayor en rastro de sangre. En el cazadero localiza con prontitud y limpieza la perdiz o la liebre, tiene una muestra de gran firmeza y remata la faena con un cobro limpio, tras haber sido abatida por la escopeta. Por su capacidad para seguir los rastros, ninguna pieza herida que trate de huir se va a escapar del perro. Tampoco decepciona en bosque cuando se le emplea para cazar la becada o en las muchas charcas y cursos de agua de nuestra geografía, entrando sin miedo entre los carrizales para levantar acuáticas. Es muy buen nadador y no teme saltar al agua para efectuar un cobro difícil.
Si esto parece poco, aún puede dar más de sí la raza. Es capaz de permanecer quieto, cargado de paciencia en la tarde crepuscular, en los interminables aguardos al corzo. Una modalidad cinegética que tantas veces acaba con el cuadrúpedo herido y sin poder cobrarlo a no ser que se cuente con un perro capaz de seguir un rastro de sangre y para eso está nuestro drahthaar. Pero aún nos quedaría otra cualidad por descubrir en la raza, su función de destructor de alimañas es sobresaliente, pudiendo rastrear, rematar si llega el caso y cobrar un zorro, pues a pesar del peso de esta pieza es un perro muy musculoso, capaz de aguantar en la boca ese peso mucho tiempo.
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