miércoles, 3 de febrero de 2010

!Vivencias de un cuquillero!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!





EL DEBUT DE “El Moncho”



Carlos Enrique López.



La lluvia golpea insistentemente la ventana, mientras mi respiración provoca la formación de vaho en los cristales. Busco casi desesperadamente un hueco entre las nubes que me invite a pensar que el aspecto del día puede cambiar. Las perdices en la terraza dan de pie y cuchichían mientras otras responden saliendo con algún reclamo de mayor. El ruido del agua de la lluvia siempre les provoca , y les hace emitir cánticos desafiantes.



Reconozco perfectamente el tono ronco del reclamo del “Moncho”. Hoy tenía previsto su debut, pero llevo media hora con los “archiperres” esperando en la puerta una tregua climatológica que no llega. Tengo mucha ilusión puesta en este pájaro y he esperado hasta bien entrada la temporada para hacerle debutar en el repostero. Anoche tardé en conciliar el sueño pensando cada uno de los pasos que iba a dar antes de quitarle la sayuela en el puesto de la Retama Grande. Todo estaba previsto. Incluso he madrugado mas de lo habitual para no encontrarme ocupado el sitio donde tenía pensado ponerlo por primera vez. Estaba todo previsto… menos el viento con que se ha levantado el día. La lluvia, aunque no es aconsejable para el primer puesto de un pollo, no hubiera sido el peor inconveniente. Pero mientras el agua esté golpeando en los cristales delata la presencia de un solano nada aconsejable para dar un puesto.



Hace nueve años que deje de fumar, pero ahora, en este silencio de sala de espera, me apetecería un buen cigarro para dejar volar los pensamientos entre volutas de humo. Me invade una especie de melancolía . Podría coger cualquier otro pájaro de los veteranos y arriesgarme al remojón casi con la seguridad de pasar un buen rato. Pero hoy le tenía el día reservado al “Moncho”. Este pájaro me lo trajo mi vecino Ramón. Él no es cazador, y por un accidente inesperado se encontró con un pollo de perdiz entre las manos sin saber qué hacer con él. Eran finales de Julio cuando se presentó en la casa pasadas las diez de la noche. En los pueblos todavía tenemos las puertas de las casas abiertas para que entre el fresco, en esas noches de Julio donde el aire acondicionado no es consuelo válido.



<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->¿Se puede?.



<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Pasa Ramón, ¿Qué dices?.



<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Pues mira lo que te traigo. Sacó del bolsillo un pájaro de perdiz del tamaño de una tórtola y me lo puso en las manos con sumo cuidado.



<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Pero hombre… ¿de donde has sacado esto?



<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Pues por mas que lo cuente te parecerá mentira. Vengo de “la casa abajo” de darle una vuelta a los tomates. Al salir del carril e incorporarme a la carretera venía con las ventanas de par en par, y en ese momento se han descolgado un bando de perdices desde las olivas del Patri. Me han pasado a centímetros del techo del coche pero este se me ha colado dentro. He oido el golpe contra el respaldo de atrás y al pararme lo he visto que estaba “medio agilipollao” en el asiento. Lo iba a soltar pero como no lo he visto muy fino, he pensado en traértelo a ver si lo sacas adelante cuando se le pase el susto.



En ese momento entró mi hijo Carlos, sudando por los cuatro costados, con la cara cubierta de churretes - con sus ocho años, ni el calor sofocante le hace parar- . Cuando vió al pájaro que tenía entre las manos, no dudó en quitármelo para darle un beso.



<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->¿Es nuestro?.



<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Bueno es de Ramón, pero nos lo ha traído para que lo cuidemos, ¿ Tu que dices?.



<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Que voy a buscar una caja para que pase la noche.







Así fue como llegó a casa mi primer pájaro de campo. No soy partidario de coger pollos . Todos los años compro tres o cuatro pájaros de las granjas que más confianza me ofrecen y con ellos voy completando un jaulero que si no da para tirar cohetes, hasta la fecha me ha proporcionado muy buenos lances.



Evocando recuerdos sigo pegado a la ventana, esperando que llegue el clarillo , cuando la voz de Isabel – mi mujer- me saca de mi ensimismamiento.



<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Lo tuyo es de psiquiatra, no me digas que desde que te levantaste estas ahí, con el sombrero puesto y las manos en los bolsillos.



<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Pues si hija y como escampe…



<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]--> Si va a escampar…¡Anda! tomate un café, te cambias de ropa y me llevas al Carrefuor.



<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->En eso estaba yo pensando. Te acepto el café y me voy aunque caigan chuzos de punta. No me lo pienso más.



Los escalones de la terraza los subo de dos en dos, voy deprisa para que no flojee la determinación. Le coloco la sayuela al Moncho y bajo a la cocina como alma de ladrón que lleva el diablo.



<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->¿Dónde está ese café?.



El sabor amargo mezclado con el dulce del azucar me produce una agradable sensación que remato con un beso a mi mujer . Mientras salgo la oigo decir que estoy como una puñeterisima cabra, y que cuando se entere el niño que el Moncho se ha puesto chorreando por mi culpa…Pues es verdad, en eso no había pensado…







De camino al coto, el pesimismo del color del cielo lucha contra la abnegada decisión de “ponerme” a lo que salga.



Por fin llego al entorno de la “Retama Grande”, no ha dejado de llover ni un momento. Dejo el coche muy pegado al carril para evitar clavarme en el barro y me dirijo con decisión a situar el portátil y construir el repostero. Para mi sorpresa, aquí sopla menos aire y la lluvia a pesar de ser insistente, es mansa, o así me lo figuro para convencerme yo solo de que no estoy desbarrando del todo.



El Moncho parece que sabe a lo que viene, le he preparado un repostero de lujo, aprovechando la curva del tronco de un viejo olivo que le pretejerá del viento y casi también de la lluvia. A veinte pasos, el puesto, la escopeta asomando por la tronera apunta al suelo todavía abierta. Son las diez y veinte. Miro por ultima vez al cielo y las gotas me hacen cerrar los ojos . Está arreciando. Que sea lo que Dios quiera. Quito la sayuela y empiezo a retirarme despacio, mientras hago pitas con los dedos. Mi pájaro me mira y mira a su alrededor, ve llover pero el agua no le molesta. Desde dentro del puesto el panorama es desolador, está cayendo la mundial,. Debí hacerle caso a Diego cuando me dijo que le hiciera un tejadillo al puesto, el sombrero me quita el agua de la cara y la cabeza pero empiezo a notar como se me cala la espalda. Las rodillas las tengo empapadas y la manta me va a servir de poco.¡ Esto es de locos!. Abro la escopeta y voy a salir del puesto con la sayuela en la mano cuando el Moncho se arranca de mayor. Me quedo petrificado y deshago los movimientos con sigilo . Vuelvo a cerrar la escopeta. El agua que rebota en la culata me salpica la cara. Mi pájaro estira el cuello…se engrifa… uno, dos, tres ,cuatro, cinco golpes de canto de cañón que estremecen hasta el ultimo rincón de la sierra y a mi me ponen hasta el último vello de punta. Susurro: ¡Viva la madre que te parió y el Ramon que te trajo!. Me ha parecido oír que le contesta un macho, pero el ruido del agua en el sombrero no me permite escuchar con claridad. ¡ Fuera el sombrero!. Noto como el agua fría se cuela por mi cuello abajo…el Moncho sale de mayor y remata con unas pitas primorosas…¡Ahora si!, con la imprecisión que produce el ruido del agua oigo con claridad la respuesta de un macho que creo que no estará a mas de doscientos metros. Mi pájaro acepta el desafío y se rebaja en el tono de su reclamo para iniciar un cuchichío que hace que el del campo, “se ponga de los nervios”, y yo me revuelva inquieto en la silla, con un escalofrío que me recorre toda la columna. ¡Ya lo veo!, viene con una hembrilla a la que se le cruza para impedirle que avance mientras él mismo viene lanzando desafíos, buscando al que ha osado pisarle el terreno. Antes de que me de tiempo a disfrutarlo, la hembra da una voladilla y se coloca en la plaza. El Moncho la mira y empieza a piñonear bajito rematando con un cuchichío muy suave. La pepa se coloca debajo del repostero, mi pájaro la está recibiendo. Es el momento…el disparo seco ha inmovilizado a la hembrilla junto al repostero. Ahora es el momento decisivo para saber si voy a tener pájaro.



Veo moverse la gorguera muy suave, y poco a poco escucho un casi imperceptible currirri que va subiendo de tono . El macho no ha volado al tiro y Moncho deja el entierro para volver a salir de mayor desafiante. Al segundo intento el de campo contesta y aparece arrastrando un ala escudado. Ve a la hembra inerte y se detiene un momento para cogerla de la punta de un ala y tirar de ella hacia el monte. Ha conseguido separarla un metro del repostero y ahora se engrifa y contesta con fiereza al insistente cuchichío del Moncho que sin rozar un alambre lo desafía muy bajito con algunos piñones mezclados con el dar de pié. Concedo hasta diecisiete minutos de pelea antes de finalizar el lance. Mi pájaro no corta al tiro y remata la tarde con un funeral de más de diez minutos de reloj antes de romper de nuevo de mayor. ¡ Que pedazo de pájaro y que pedazo de puesto! Y quería Isabel que me fuera al Carrefour…. Acabo de darme cuenta que estoy empapado hasta los huesos. Me pongo el sombrero lleno de barro y ¡vamos pa casa!. Mientras recorro los metros que me separan del coche, recuerdo cuando era un niño , y en el paseo de Linarejos cantaba mirando al cielo ¡ que llueva…que llueva… la Virgen de la Cueva….


Las imágenes, así como el artículo están tomadas de la web http://www.perdizconreclamo.com/

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